La delicadeza, la importancia de cada gesto y el amor por los ancianos, características del cine asiático más reconocible y místico, aparece en todo su esplendor en este corto La maison en petits cubes, una obra de acuarela y mucho sentimiento. Katô crea un espacio fantástico y al mismo tiempo simbólico, metáfora de la débil memoria del protagonista y el paso del tiempo. Pieza atmosférica, muda y tierna que gustó mucho a los académicos de Hollywood: ganó el Oscar al mejor cortometraje, e incluso podrían establecerse algunos paralelismos conUp, de la factoría Pixar. Bello, corto y delicado como un haiku, aunque defraudará a los que busquen una historia más narrativa, con más acción y menos sensaciones. Sea como sea, su mensaje, como todas las obras que remiten a lo humano, es atemporal y universal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario